Por primera vez, un ciudadano con nacionalidad peruana ha sido elegido como líder de la Iglesia Católica, marcando un hito sin precedentes para el Perú y el mundo.
El Vaticano ha sido escenario de un acontecimiento histórico que ha llenado de orgullo a millones de peruanos: Robert Francis Prevost ha sido elegido como el nuevo Papa, y entre sus credenciales destaca su nacionalidad peruana. Aunque nació en Chicago, Estados Unidos, Prevost ha desarrollado una estrecha relación con el Perú desde los años ochenta, cuando llegó como misionero agustino y dedicó décadas de su vida al servicio pastoral en ciudades como Chulucanas, Trujillo y, especialmente, Chiclayo, donde llegó a ser obispo y se integró plenamente a la vida nacional. En 2015, formalizó este vínculo al obtener la ciudadanía peruana, hecho que hoy cobra relevancia mundial.
La noticia ha generado un profundo entusiasmo tanto en la comunidad católica como en la sociedad peruana, que ve en Prevost no solo a un líder espiritual, sino también a un compatriota que ha alcanzado la más alta dignidad eclesiástica. Su trayectoria, marcada por la sencillez, el diálogo y la apertura, le valió la confianza del Papa Francisco, quien lo llevó a Roma para asumir cargos de gran responsabilidad, como prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Su experiencia internacional, su dominio de varios idiomas y su compromiso con la inclusión han sido claves en su ascenso.
La elección de Prevost como Papa representa un hecho inédito, de que por primera vez, un ciudadano peruano lidera la Iglesia Católica, llevando consigo no solo su fe y experiencia, sino también el orgullo y la esperanza de todo un país. Su pontificado comienza bajo la mirada expectante del mundo, con el Perú celebrando el reconocimiento a una vida de entrega, servicio y profundo amor por su segunda patria.
(FIN) NCM